La música que juntos crearon Eduardo Falú y Jaime Dávalos es muy variada. En mi opinión, etiquetar estas bellísimas composiciones como folklore salteño es una injusticia, una simplificación que no le hace ningún favor ni a los autores ni al folklore de Salta. Falú y Dávalos rompieron con los estereotipos y se internaron en otros terrenos que, por aquella época (comienzos de los años 60), tenían poco que ver con los temas, los movimientos y las historias del folklore tradicional. Entre los dos le dieron, sin dudas, otra dimensión a la música salteña. Probablemente sin esa colaboración tan estrecha y precisa no hubiera sido posible que solo unos años después el Cuchi Leguizamón y Manuel J. Castilla deslumbraran con su atrevimiento, también a contramano de lo 'políticamente correcto'. Resolana no es una zamba, aunque se la haya catalogado como tal. Para empezar, no tiene estribillo. Además tiene un puente antes del final, como algunas de las mejores baladas del pop americano. Es, sencillamente, diferente. Diferente, incluso al núcleo de la obra de Falú y Dávalos, en el que predominan las zambas.
Resolana (Eduardo Falú - Jaime Dávalos)
Luis Caro
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